Eran las cinco de la mañana, el horizonte enrojecido hacia el este dejaba entrever las primeras luces de aquel día de julio de 1943. El solitario Hurricane volaba a seis mil metros de altura, el piloto, cansado después de haber realizado tres misiones de caza nocturna aquella noche, y con más de dos horas de vuelo en la última misión, buscaba desesperadamente una referencia que le llevara a su base. Dos días antes habían sido desplegados en Lipetsk varios regimientos de caza entre los que figuraba el 785 IAP.
El Ejército Rojo preparaba en secreto su respuesta a la operación “Ciudadela”, una enorme contraofensiva alemana con cuatro millones de hombres que pretendía embolsar al grueso del Ejército Rojo en Kursk.
Los ejércitos del General Rokossovsky debían bloquear el avance alemán del 9º Ejército del general Model desde Orel en el norte, y los del general Valutin debían bloquear el avance del 4º Ejército Panzer del general Hoth desde Jarkov en el sur.
En secreto se había desviado una enorme fuerza del Ejercito Rojo, al mando del general Konev, para desarrollar una contraofensiva profunda sobre el frente alemán.
Las unidades de Rokossovsky ya habían fijado casi todas las posiciones defensivas al norte de Kursk, pero aún quedaban muchas fuerzas por desplegar. Aquella noche se había desplegado una División completa, en ferrocarril desde Yelets al noroeste de Kursk. Aunque todos los movimientos se desarrollaban en secreto y de noche, sin emisiones radio, y el alto mando soviético conocía a la perfección el plan “Ciudadela”, en Yelets se encontraba el más importante nudo ferroviario de la bolsa de Kursk, y los alemanes debían machacarlo precisamente para bloquear cualquier intento del Ejercito Rojo de abrir la bolsa de Kursk con nuevas fuerzas.
El 785 IAP era una de las unidades de apoyo de las VVS con que contaba el general Rokossovsky para proteger sus movimientos, era un apoyo vital ya que era una unidad de caza nocturna. Si la orden obligaba a que todos los movimientos fueran nocturnos, era la única forma de defenderse de los bombarderos alemanes.
El capitán Piotr Orlov, jefe de escuadrilla del 785 IAP, era un experimentado piloto de caza, llevaba años dando instrucción de caza nocturna. Había volado la mayoría de los cazas soviéticos, incluidos el I-15, el Yak-1 y el La-5. Los rusos contaban con un gran numero de Hurricanes cedidos por el gobierno británico mediante la “Ley de Préstamo y Arriendo”.
Los Hurricane, rearmados con los cuatro cañones ShVAK de 20mm, contaban con una potencia de fuego temible; pero, por otro lado, los envejecidos motores Merlin MkXX con los filtros adicionales utilizados en Africa, y alimentados por la gasolina de 95 octanos con que contaban las VVS, en lugar de 100 octanos, lo convertían en un avión lento que se defendía muy mal de los cazas alemanes. Por eso decidieron utilizarlos de noche.
* * *
Los ocho Hawker Hurricane MkIIB habían despegado de Lipetsk cuando faltaban quince minutos para las tres de la mañana y se dirigían a toda velocidad hacia el oeste siguiendo la vía del ferrocarril de Kursk.
Un convoy logístico del Ejercito Rojo estaba bloqueado en la estación de Golovinka, a unos 50 kilómetros de Kursk, no había sido detectado, pero los bombardeos alemanes eran muy intensos al norte de Kursk. Si seguían allí al amanecer, podrían ser detectados por los aviones de reconocimiento alemanes.
El capitán Orlov pudo mantener a la vista la línea de ferrocarril hasta unos 10 kilómetros de Yelets. La estación, y parte de la ciudad permanecía en llamas después de dos oleadas de bombardeo.
Ascendió a cuatro mil metros y buscó las llamaradas que debían indicarle dónde estaba la ciudad de Kursk.
Volaban en dos formaciones, la primera debía mantener cuatro mil metros y la segunda debía quedarse por debajo a tres mil, se perderían de vista antes de llegar a Kursk. No debían usar la radio, y la segunda formación debía encargarse de los bombarderos que encontrara al sur entre Kursk y Belgorov.
Orlov no dejaba de pensar en los tres pilotos que había perdido su escuadrilla aquella noche, dos habían sido derribados y el tercero desapareció en los primeros combates.
Los otros miembros de su formación eran tres sargentos muy jóvenes, Yeremenko, Kutnesov y Beriev. Excepto Beriev, los otros dos eran ya expertos pilotos, tanto en combate aéreo como en vuelo nocturno. Pero Beriev le preocupaba. El chaval se había perdido en la primera misión sobre Yelets, y aunque encontró la base podía perfectamente no haberlo hecho. En la segunda misión se mantuvo mucho mas atento, pero en el aterrizaje metió un plano en la tierra e hizo un caballito que daño una de las patas del tren principal. No le tenía que haber dejado salir otra vez, pero el muchacho estaba muy afectado y quería demostrar que podía hacerlo bien. Decidió darle otra oportunidad.
Ya tenían a la vista la ciudad de Kursk, llevaban medía hora de vuelo, aunque les quedaría otra medía hora para sobrevolar la estación. Había llamas pero no se veían ni trazadoras de la artillería antiaérea ni explosiones de bombas en tierra. Tendrían que esperar la siguiente oleada de bombarderos alemanes.
Cuando llegaron a Kursk, el capitán Orlov comenzó a volar en círculos hacia el norte. Beriev le acompañaba en formación cerrada a su derecha. Yeremenko y Kutnesov le seguían a unos cincuenta metros por detrás volando en formación cerrada también. Había buena luna, reflejada en el rio Sejm y pequeños embalses al sur de la ciudad.
Llevaban poco más de una hora de vuelo, y en ese justo momento Orlov observó unas bengalas a baja altura, unos treinta kilómetros al noroeste de Kursk, seguramente era la estación de Melekhyno, se sabía la línea en Kursk casi de memoria.
A las bengalas le siguió un grupo de explosiones de bombardeo, estaban siguiendo la línea en dirección al convoy.
Viró en dirección a las explosiones y comenzó a bajar seguido de Beriev. Desde dos mil metros de altitud daba la impresión de que las bombas se habían quedado cortas y no habían alcanzado la línea férrea ni la estación.
El resplandor de la última bengala y los fogonazos de las bombas le permitieron apreciar la silueta de unos seis bombarderos Heinkel He-111, y un caza FW190A. Los FW190 llevaban bengalas para iluminar las formaciones de bombarderos enemigos y poder atacarlos, pero aquel día estaban haciendo un uso flexible de los medios para bloquear las líneas de suministro de Kursk.
Orlov decidió esperar a un segundo ataque, seguro que los alemanes intentarían esta vez acertar de lleno sobre la estación. Se mantuvo a dos mil metros, comprobando como Beriev seguía junto a él un poco más abierto y confiando en que los otros dos aviones estuvieran bien posicionados tras él.
La espera tuvo su recompensa, en tres minutos dos bengalas lanzadas por el Focke Wulf iluminaron la estación. Tres bombarderos en formación cerrada entraban dentro del alcance luminoso de las bengalas.
El capitán Orlov lanzó una ráfaga con sus ShKVA sobre el bombardero más retrasado, que no le alcanzó, la primera formación ya abandonaba la zona, y otras dos bengalas procedentes de un segundo FW190 iluminaron la zona, dejándoles claramente a la vista.
Las trazadoras, y ahora las bengalas, habían terminado con el factor sorpresa. Orlov comenzó un viraje de conversión por la izquierda, iba a intentar derribar alguno de los He-111 de la segunda oleada, y quizás comprobar cuántos cazas FW190 había en la zona. Desde el principio del combate había perdido el control sobre Yeremenko y Kutnesov. Debían estar por detrás pero combatir sin radio era muy complicado de noche. Cuando completaba el viraje a la izquierda, una línea de trazadoras se acercaba a su morro, se iba a cruzar con un Focke Wulf. Inicialmente cerró el viraje y bajó el morro. Inmediatamente cambió para encarar al caza alemán, disparando una larga ráfaga. Se cruzaron, buscó a Beriev, no le veía ni a la derecha ni a la izquierda.
Estaba a mil quinientos metros de altitud, y parecía haber despistado a los cazas. Dos bombarderos iniciaban la pasada a la estación, las bombas de las dos primeras formaciones también se habían quedado cortas. Lanzó otra ráfaga contra el He-111 más retrasado. Nuevamente falló. Los bombarderos viraron al norte. Intentó seguirles, Beriev estaba a su izquierda y más bajo.
La última bengala se apagó cuando Beriev intentaba reunirse con su capitán. En ese momento, una nueva bengala se encendió sobre ellos, las trazadoras de dos cazas Focke Wulf FW190 convergían de nuevo sobre él, cerró de nuevo el viraje, bajando el morro para conseguir energía, volvió a cambiar el viraje buscando al caza alemán, repitiendo la maniobra que había intentado en el primer ataque, inició una larga ráfaga sobre el primer caza alemán y otra sobre el segundo. La segunda ráfaga fue la última, la munición se había agotado. Cerró el viraje a la derecha todo lo que pudo y comenzó a bajar para ganar velocidad y escapar de allí en la oscuridad de la noche. Cuando miró a la izquierda para comprobar que había salido del alcance de los cazas alemanes, justo antes de que la luz de la última bengala se extinguiera pudo ver el Hurricane de Beriev, estaba por debajo a su izquierda, muy bajo, demasiado bajo. El Hurricane de Beriev se estrelló contra el suelo en el momento justo en que se apagó la bengala, no se podía hacer nada ya. Aceleró al máximo con rumbo este, y se alejó de la zona. Había perdido otro hombre de su escuadrilla, quizás alguno más, pero la línea férrea estaba intacta. Los carros de combate T-70 de Rokossovsky tendrían munición y combustible para bloquear la pinza de Model sobre el flanco norte de Kursk.
Pilotos de la 4ª Escuadrilla de Chatos (ADAR)
* * *
Esa misma noche, en Lipetsk, al volver de la segunda misión sobre la una y media de la madrugada, el capitán Orlov se había encontrado con un viejo conocido, estaba en la cantina, tomando café y reponiendo fuerzas con una gran rebanada de pan negro con mantequilla y un poco de mermelada. Le saludo desde lejos y se juntaron de pie junto a una mesa al lado de una jarra de café.
-Hombre Manolo, no esperaba encontrarte por aquí - el que hablaba era el teniente Ladislao Duarte, veterano de la guerra civil, y que ahora pilotaba el Yak-1B - acabamos de llegar de Tula, no sé aún adónde vamos.
-Duarte, que casualidad, no sabía de ti desde Sverdlosk - Piotr Manuilovich Orlov, era el nombre ruso de Manuel Orozco, piloto de I-15 Chatos en la misma escuadrilla que mandaba Duarte en la guerra civil española.
-¿Cómo esta la cosa por el frente? Veo que estas en la caza nocturna -dijo Duarte.
-Llevamos una noche terrible, he perdido dos hombres, los alemanes no paran de machacar la zona de Kursk y Yelets- dijo Orozco- vais a tener trabajo cuando amanezca.
Siguieron hablando y recordando, no pudieron evitar volver a aquel día 21 de febrero de 1938, sobre Alfambra, al norte de Teruel. Allí se concentraron 45 cazas republicanos, entre I-15 Chatos e I-16 Mosca, contra 41 cazas de Franco, 17 Messerschmitt, y 24 Fiat CR-32 Chirri.
-Ese día te llevaste un buen susto -dijo Duarte recordando cómo, amenazado por un Messer alemán, Orozco se había revuelto en un pañuelo, y el alemán se había estrellado contra el Chato de Orozco perdiendo ambos el control.
-Sí, cuando caíamos los dos en barrena me di cuenta de que casi no tenía control, lo único que podía hacer era meter motor a tope y rezar -Orozco soltó una carcajada, aunque la verdad es que cada día era un milagro tanto en la guerra civil como ahora en la llamada Gran Guerra Patria por los soviéticos.
-En tierra todos decían “se va a matar, se va a matar”, pero milagrosamente enderezaste el avión justo a tiempo, cortaste el motor y te quedaste en tierra con un aterrizaje casi perfecto - Duarte dio un trago al café.
-Bueno, ese día también se hizo famoso el bueno de Viñals, que también se estrelló contra el avión de un franquista importante - Orozco terminó la tostada, y dio un trago al café, luego siguió hablando- Carlos Haya, recuerdo perfectamente como Juan Lario y muchos otros no podían disimular su disgusto, Haya había sido el profesor de Lario en la Escuela de Mecánica, y le tenía en muy alta estima. Estuvo varios días afectado, a pesar de que Haya era del bando franquista.
Miró el reloj, se tenia que ir, despegaban en quince minutos para otra misión y Orlov aún no había leído las ordenes. Los pilotos de Yak estaban dormitando fuera de la cantina, debían despegar al amanecer.
* * *
"Taran" sobre un Bf-110
Ya amanecía, desde las cinco la aguja de combustible estaba rondando el cero, no le quedaba munición y estaba perdido. Manuel Orozco, capitán de las VVS, empezaba a pensar en como asegurarse de caer en territorio propio si se quedaba sin combustible.
Acababa de divisar una línea de ferrocarril, estaba al noroeste de Yelets. Allí abajo estaban las líneas alemanas, debía volar hacia el sureste. Viró suavemente cuando descubrió un avión mucho más bajo. Volaba a unos quinientos metros del suelo. Era un bimotor, si iba solo debía ser un avión de reconocimiento alemán. Cortó motor y se lanzó a por él. No tenía munición y casi no le quedaba combustible. En su mente se repetía un fragmento de la Orden Ejecutiva 227:
“Si las ametralladoras se encasquillan, si los cartuchos se gastan antes de tiempo, si el enemigo se dirige contra un objetivo de importancia para el Estado, se deberá atacar y destruir al enemigo embistiendo.”
Un avión de reconocimiento en aquella zona podía tener información vital para la ofensiva alemana en Kursk, Orozco no dudó. Tal como se iba acercando iba distinguiendo el tipo de avión, era un Focke Wulf FW189 de reconocimiento. Tenía un cono para el artillero entre las dos colas, y otra torreta en la cabina trasera. Intentaría entrarle de panza desde un lateral, para aplastar al piloto.
Con los gases cortados el Hurricane casi no gastaba combustible, se acercó casi a 300 km/h, desde el sur, fue bajando hacia el este para colocar el potente disco solar del amanecer justo en su cola. No podían verle. En la última aproximación pasaron por su cabeza todos sus seres queridos, sus padres y su Tarragona natal. No había vuelta atrás, moriría allí, como los tres hombres que había perdido aquella noche.
Redujo la velocidad a 200 km/h, el espolonazo fue terrible, un “Taran” de libro, el artillero de cola murió al instante, aplastado contra la panza del Hurricane, el piloto recibió un golpe de la estructura de la cúpula y quedó inconsciente. Volaban a menos de trescientos metros del suelo, el FW-189 se dio la vuelta y a los pocos segundos se estrelló contra el suelo.
El Hurricane, con todos sus defectos, demostró muchas veces ser un avión muy robusto. Soportó el espolonazo, rebotó y siguió planeando. El motor seguía funcionando, tenía averiado el tren de aterrizaje, pero no tenia daño estructural grave. El avión volaba.
Orozco no salía de su asombro, siguió volando diez minutos más, hacia el sureste, hasta que se paró el motor, volaba a mil metros, planeó unos minutos y se posó sobre la panza, a unos cien metros de una estación, era Izmalkovo, a treinta kilómetros de Yelets. Había lanzado la cabina y desmontado el colimador.
Cuando iba a bajar del avión oyó gritos de una patrulla del Ejército Rojo. Iban avanzando hasta el avión desde la estación, zigzagueando por el campo minado donde había aterrizado. Por la tarde estaba en Lipetsk con su regimiento.
Esto no se le puede ocurrir a nadie más que a Orozco… Aterrizar en un campo minado como si lo hubiera hecho en una pista de hormigón - gritaba Ladislao Duarte cuando le contaron lo sucedido, su regimiento permanecía de momento en Lipetsk hasta que se iniciara la contraofensiva del general Konev.
Orozco fue condecorado por aquello, una vez más.
En el transcurso de la Gran Guerra Patria, se pudieron documentar más de 600 ataques tipo “Taran” contra aviones de la Luftwaffe. Milagrosamente, más de la mitad de los pilotos que realizaron esta peligrosa maniobra sobrevivieron para contarlo.
A raíz de esto, el alto mando de la Luftwaffe emitió una Orden Ejecutiva para que sus pilotos no dejaran que los aviones de las VVS se acercaran a menos de cien metros.
Bibliografía:
-Alas Leales. OROZCO-ORLOV. 4ª Escuadrilla I-15
Lluis Orozco Delclós ED. ADAR octubre 2020.
Cómo siempre una gozada y un placer leer estas historias.