Las estrellas de la aviación sovietica y alemana frente a frente, I-16 de las VVS frente a Bf-109E de la 1ª Escuadrilla Azul sobre los cielos de Rusia. Derribo de Salas, sobre Wiazma el 4 de octubre de 1941
“INFORME SOBRE LA AVIACION MILITAR (INFORME SALAS)
2. ALEMANIA
La Luftwaffe se encuentra ya en la última fase de modernización de sus medios aéreos y, desde mayo de 1934, está desarrollando un programa llamado Rüstungsflugzeug III cuyo objetivo es el diseño de un caza diurno con una velocidad máxima de 400km/h a 6000m mantenida durante al menos 20 minutos, con una autonomía total de 90 minutos de vuelo. En cuanto al armamento, la exigencia es montar tres ametralladoras con una capacidad de fuego de 1000 proyectiles por arma, o un cañón de 20mm con una capacidad de 200 proyectiles. La carga alar no debe superar los 100kg/m2 y el avión debe ser estable, dando prioridad a la velocidad mantenida, la velocidad de ascenso y la maniobrabilidad, en ese orden.
Solo dos fabricantes han podido ofrecer prototipos viables: la Bayerische Flugzeug Werke (BFW), que ha presentado un derivado de su rápido avión deportivo Bf 108 Taifun, al que ha llamado Bf 109, y la casa Heinkel, que ha desarrollado un prototipo basado en el He 70 Blitz, al que ha llamado He 112.
El primer prototipo del Bf 109 V1 comenzó los vuelos de prueba en mayo de 1935, pero debido a que Junkers no tenía listos los motores Jumo 210 especificados por el mando de caza alemán, se adquirieron cuatro motores Rolls-Royce Kestrel VI de 695CV mediante un intercambio de un He 70 Blitz como plataforma de prueba. Se repartieron dos motores a cada fabricante.
Los primeros vuelos revelaron que el drag (resistencia aerodinámica) del He 112 V1 era mucho mayor que el esperado y, por lo tanto, el avión no iba a superar las condiciones del concurso. Los hermanos Günther, ingenieros de diseño de Heinkel, descubrieron que el problema residía en el grueso borde de ataque del ala, por lo que rediseñaron el perfil alar y dotaron al segundo prototipo con el motor Jumo 210 de 640CV accionando una hélice tripala.
En cuanto al Bf 109 V4, cuarto prototipo, probado ya con el motor Jumo 210, se mostró muy difícil de operar en tierra debido a su elevado morro, que impedía la visibilidad, y su estrecho tren de aterrizaje, muy inestable con vientos cruzados.
Para la redacción de este informe he podido asistir a las reuniones entre el jefe de pilotos de pruebas del programa, teniente Carl Francke, y el jefe del Estado Mayor de caza de la Luftwaffe, coronel Ernst Udet (dejo aquí constancia de mi profundo agradecimiento al coronel Udet por concederme este privilegio). Según el teniente Francke, en los vuelos de prueba, el Bf 109 superaba en velocidad al He 112 por 30km/h a todos los niveles, y también le superaba en velocidad de ascenso, alcanzando los seis mil metros en quince minutos, contra los dieciséis del Heinkel. La velocidad punta del Bf 109 ha sido de 468km/h, superando asimismo los 457 de su contrincante.
El coronel Udet, junto a Adolf Galland y Werner Mölders en Berlín.
La prueba definitiva fue la de barrenas, en la que, mientras el Bf 109 se comportó con nobleza en ambas pruebas (se probaron dos prototipos por modelo), el He 112 se estrelló contra el suelo en ambas ocasiones. Además de las ventajas en velocidad y capacidad de ascenso mantenidas en todos los prototipos Messerschmitt del concurso, el control eléctrico de compensación y de paso de la hélice constituye en ellos una gran ayuda para el piloto cuando hay un problema de motor, y el control de munición remanente es muy preciso. Como destacó el coronel Udet, el Bf 109 está altamente automatizado, y eso le convierte en un aparato muy fácil de volar.
Una vez conocidas las características de los dos aviones, la conclusión clara, en cuanto al futuro de la aviación de caza, es que el combate aéreo ya no se va a producir en el plano horizontal, mediante evoluciones con virajes de máximo rendimiento, sino que los aviones aprovecharán su gran velocidad y capacidad ascensional para entrar en parámetros de disparo a gran velocidad, intentando derribar el blanco y alejarse del combate, normalmente hacia arriba. Tanto los monoplanos soviéticos como los aviones probados por la Luftwaffe alcanzan velocidades muy superiores a la de nuestros Hispano-Nieuport 52, e incluso a la de los que se tiene intención de adquirir en el programa de modernización, los Hawker Fury británicos, a los cuales superan en casi 100km/h en velocidad punta.”
Willy Messerschmitt felicita a Fritz Wendel tras su record de velocidad.
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Con posterioridad al informe Salas, en 1937, el ingeniero de BFW, Willy Messerschmitt, desarrolló un nuevo prototipo cuya única misión era crear confusión en la RAF, transmitiendo la impresión de que el Bf 109 era imbatible. Para ello desarrollaron el Me 209 V1, un diseño especial enfocado a batir todos los récords de velocidad, equipado con el motor DB 601ARJ de 1800CV. El 26 de abril de 1939, el capitán Fritz Wendel, uno de los mejores pilotos de pruebas de la Luftwaffe, alcanzó 755km/h con este prototipo (al que nombraron con la designación ficticia Bf 109R), lo cual supuso una enorme presión sobre los ingenieros de Supermarine y sobre la RAF. Durante la batalla de Inglaterra, la Luftwaffe se planteó recuperar el Bf 109R y ponerlo en producción para contrarrestar la superioridad del Spitfire.
El propio Salas Larrazábal volaría, unos años después de redactar su Informe, la versión E-7 del Bf 109 en los cielos de Rusia, con la 1ª Escuadrilla Azul, de la que sería jefe. Otros compañeros suyos tomarían el relevo a continuación con la versión más avanzada, Bf 109F y, finalmente, con el otro gran caza germano de la Segunda Guerra Mundial, el Focke Wulf 190, hasta la retirada de las Escuadrillas Azules en 1944.
Los vuelos de los primeros prototipos, Bf 109 V1 a V3, se efectuaron entre mayo de 1935 y mayo de 1936, de manera que el estallido de la Guerra Civil española en julio de ese mismo año resultó “providencial” para poder llevar a cabo las primeras pruebas en combate real del nuevo aparato. A finales de 1936 se enviaron a España, de forma experimental, tres de los diez prototipos construidos y, durante los primeros meses del año siguiente, se procedió a organizar ya las primeras escuadrillas operativas con los Bf 109B de producción integrados en el Jagdgruppe 88 de la “Legión Cóndor”, la fuerza de intervención militar que el III Reich envió en ayuda del general Franco.
Entre 1937 y 1939 combatieron en nuestros cielos las sucesivas versiones del Messerschmitt Bf 109B, C, D y E, contribuyendo esta valiosa experiencia, no sólo al desarrollo de este avión en particular, sino al de las tácticas de guerra aérea en general.
Al finalizar la contienda, varios de estos cazas ex-Legión Cóndor se quedaron en territorio español y fueron incorporados al recién creado Ejército del Aire, que empezó nutriéndose, como es lógico, de aparatos supervivientes de los dos bandos. De este modo daba inicio una relación entre España y el Messerschmitt Bf 109 que se prolongaría durante casi treinta años (1936-65), mucho más que en su propio país de origen o en cualquier otro de los que operaron este mítico avión de combate.
Tres escuadrillas de Bf 109E constituían el material más moderno del arma de caza cuando se fundó el Ejército del Aire español en octubre de 1939. De hecho, aunque escaso en número (el grueso de esta arma lo componían varias docenas de Polikárpov I-15 e I-16 ex-republicanos), se trataba de material puntero en ese momento; pero la 2ª Guerra Mundial acababa de estallar, y los países implicados competían frenéticamente en una carrera tecnológica que hacía que cualquier aparato de primera línea quedase obsoleto en cuestión de meses. Así, a finales de 1940 estaba ya lista la versión F, que suponía un rediseño casi completo del Bf 109 original, fácilmente reconocible por el aspecto más aerodinámico del morro del avión, las puntas de las alas redondeadas y la rueda trasera retráctil.
Bf-109F4 "Zacuto" basado en Reus
No fue hasta 1943 cuando el gobierno español pudo hacerse con 15 de estos aparatos… que para entonces ya habían sido reemplazados en Alemania por la siguiente versión, la 109G. Quince Bf 109F de segunda mano (apodados aquí “Zacutos” por alguna razón desconocida) fueron, por tanto, lo mejor con lo que pudo contar el arma de caza de nuestro país durante los años finales de la 2ª Guerra Mundial. Se había comprado la licencia para fabricar aquí la nueva versión G-2, pero Alemania, bajo la presión del esfuerzo bélico (o tal vez por desconfianza hacia el gobierno español), no pudo o no quiso suministrar los motores Daimler-Benz DB 605A prometidos, de tal modo que el Ejército del Aire se acabó encontrando con un buen número de células de Bf 109G-2 ya construidas que no podía motorizar.
…Y así comienza la aventura propiamente española del Messerschmitt Bf 109. Nuestros ingenieros se pusieron manos a la obra para equipar los aparatos construidos con motores de fabricación nacional. Como banco de pruebas se eligió un veterano Bf 109E-1, que voló exitosamente desde el aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid) equipado con un motor Hispano-Suiza 12Z-89. Se procedió entonces a dotar de esta planta motriz a una primera serie de 25 células de Bf 109G-2, dando lugar al modelo denominado Hispano Aviación HA-1109 J1L. Diversos problemas con el motor llevaron pronto al desarrollo de una segunda versión, HA-1112 K1L, con la planta motriz mejorada. Su prototipo voló en 1951, al mismo tiempo que, en la lejana península de Corea, los F-80, F-84 y F-86 norteamericanos se batían contra los MiG-15 soviéticos en los primeros duelos aéreos entre reactores. Había un desfase tecnológico, es cierto; pero eso no resta mérito a la labor de los ingenieros españoles, que trabajaron con lo que tenían, en pleno bloqueo internacional al gobierno de Franco. Aquí no podía entrar la tecnología punta que se estaba desarrollando en otros países.
BF-109G2 "Buchón" con motor Roll Royce Merlin 500, sobre el Sahara en 1958
A mediados de los cincuenta, cuando el bloqueo empieza a ceder, el gobierno logra cerrar con el Reino Unido la compra de una considerable cantidad de motores Rolls-Royce Merlin 500-45 con hélice Rotol de cuatro palas (un motor espléndido en su momento, que en su país de origen resultaba, a esas alturas, prácticamente inútil), y la unión de esta planta motriz con la célula ya añeja del Bf 109G-2 dará lugar al modelo definitivo HA-1112 M1L, conocido como “Buchón” por el aspecto abultado del carenaje inferior del motor, que recuerda al buche de un palomo (o a un pelícano, según otros). Por contraste con las cuatro palas de la hélice del Buchón, el modelo anterior, HA-1112 K1L, pasó a ser conocido como “Tripala”, siendo muchos de ellos reconvertidos posteriormente a Buchones.
El Buchón no nace ya con vocación de avión de caza. Habría sido uno magnífico 15 años antes, pero cuando entró en servicio, en 1957, la evolución tecnológica y la Guerra Fría habían impuesto un nuevo tipo de interceptador a reacción de altísimas prestaciones, más parecido a un misil tripulado (piénsese en el F-104 Starfighter), que nada tenía que ver con este tardío descendiente de los “clásicos” de la Guerra Mundial. Sin embargo, para un país relativamente aislado como era todavía España (aunque el bloqueo internacional estaba tocando a su fin), resultó ser un aparato útil. El Buchón llegó justo a tiempo de intervenir en misiones de apoyo en el conflicto de Ifni y el Sahara, sobre un terreno escarpado y sin oposición aérea en el cual un reactor supersónico habría estado fuera de lugar. Poco después, España se alinearía con el bloque occidental y empezaría a recibir material bélico de su nuevo aliado norteamericano. El Ejército del Aire tuvo al fin sus cazas a reacción de primera línea… y hay testigos que aseguran que el nostálgico Buchón y el futurista Starfighter convivieron durante un breve período de tiempo en los aeródromos españoles, ofreciendo un toque de anacronismo fugaz y un tanto irreal.
Los últimos Buchones se retiraron del servicio activo en 1965, pero desde entonces no han dejado de aparecer cada cierto tiempo en la gran pantalla, interpretando el papel de sus legendarios antepasados, los Bf 109, en películas que van desde La Batalla de Inglaterra, de 1969 (la que reveló el potencial cinematográfico del Buchón español), hasta la muy reciente Dunkerque, de 2017, convenientemente caracterizados, eso sí, con el camuflaje y las insignias de la época.
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¿Qué pasó, entretanto, con el Heinkel 112, perdedor del concurso Rüstungsflugzeug III?
Fue rechazado por la Luftwaffe, pero en España tuvo algo más de suerte.
El capitán Miguel Garcia Pardo es atendido antes de despegar de Almaluez en su He-112B
El 27 de junio de 1938, el capitán Harro Harder de la Legión Cóndor voló desde Tablada a León. Aquí se reuniría con el comandante Joaquín García-Morato, a quien el general Kindelán le había encomendado la misión de probar el nuevo Heinkel 112B, al objeto de informar para su posible compra. El propio Ernst Heinkel había enviado personalmente una oferta al general Kindelán, a la sazón Jefe del Aire del bando nacional. García-Morato pilotaba habitualmente el Fiat CR 32, un biplano de cabina abierta, y a pesar de que probablemente había volado el Messer Bf 109 en Zaragoza, no tenía apenas experiencia con los modernos monoplanos de cabina cerrada y tren retráctil. Pero era un piloto excepcional, y supo sacar lo mejor del nuevo caza alemán, realizando una exhibición brillante e informando positivamente. Kindelán firmó su adquisición y, al poco tiempo, una escuadrilla de He 112, bajo el mando del capitán Pardo, se integraba en el grupo mixto de caza 5G5.
El único derribo conseguido por el He 112 en la Guerra Civil lo obtuvo el propio Pardo sobre Igualada, derribando un Polikarpov I-16 Mosca del grupo del único oficial soviético que quedaba en España, el capitán Grissevets. A finales de marzo, justo antes del fin de la guerra, y cuando Madrid ya se había rendido, el capitán Pardo y el teniente De Juan perdieron la vida en dos accidentes casi simultáneos ocurridos durante un improvisado vuelo de exhibición sobre el aeródromo de Almaluez (Soria).
He-112B de Miguel Entrena derribando un P38 de la USAAF sobre Marruecos
Terminada la guerra, los He 112 supervivientes fueron destinados a Tetuán, y allí fue donde, durante la Segunda Guerra Mundial, en el marco de la Operación Torch (desembarco aliado en África), el 3 de marzo de 1943, el teniente Entrena Klett derribó un P-38 de la USAAF que había penetrado en el espacio aéreo del protectorado español de Marruecos. Este derribo intempestivo (que, de alguna manera, constituyó el “momento de gloria” del He 112, por el que ha pasado a la posteridad) provocó un incidente diplomático con los Aliados, que llegaron a pensar en invadir el protectorado, aunque a las pocas horas, por intereses geopolíticos, se acabó olvidando el asunto.
Bibliografia:
- World War 2 in review (Merriam Press New York)
Los Messerschmitt en España (Carlos Alonso)
Sol y Moscas Blog (Manuel Parrilla y Carlos Alonso)
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